Las huellas del “Echeverrismo” casi han sido borradas en este destino turístico, llamado a ser “La capital cultural de Nayarit”; las ruinas del centro agroindustrial de la Conasupo, el Centro del Tercer Mundo y la Universidad del Tercer Mundo, han sido sustituidos por instalaciones donde tienen cabida las diferentes expresiones artísticas
Por Norma A. Hernández / RIVIERA NAYARIT.- San Francisco, el pueblo modelo de la Riviera Nayarit, es toda una fiesta de imágenes. Conocido popularmente como San Pancho, es el pueblito pintoresco con el que algunos tal vez sueñan, el de las bellas fachadas, el de las casitas románticas, el de la escultura de San Francisco de Asís, el del Club de Polo, el de las bellas placitas y la avenida de cemento que semeja un río de agua.
A este pueblo hay que recorrerlo con los ojos bien abiertos, pero también caminarlo poco a poco con el corazón porque provoca y evoca muchas imágenes, más que las que uno encuentra en los murales de la plaza, donde hay un bar del lado izquierdo, donde hay tanta paz en el ritmo de vida, que aquí parece que el tiempo no pasa, que el tiempo a propósito aquí se detuvo.
De empacadora de frutas a centro cultural
Desde el ingreso, San Pancho invita al viajero a conocerlo, a recorrer sus callecitas empedradas que cruzan la avenida principal llamada “Tercer Mundo”. Al cruzar el puente del río que lleva el nombre del pueblo, comienza un torbellino de imágenes que el visitante debe estar atento a identificar y apreciar.
Del lado izquierdo se encuentra lo que aún queda en pie del otrora Centro Agroindustrial de la Conasupo, conocido como la “empacadora”, donde inició el negocio de mermeladas “El Fuerte”, y otros productos como jugos de mango, salchichas y otros embutidos, y tantas ideas maravillosas que inició el ex presidente Luis Echeverría Álvarez en sus constantes fines de semana que pasaba entre ejidatarios y campesinos de toda la región en la época de los 70.
Ahí están las bodegas que hoy dan albergue al Centro Cultural las Bodegas de San Francisco AC, integrado por cuatro grupos culturales y ecológicos: Colectivo San Pancho, en la Bodega 3; el Centro Comunitario educativo Entre Amig@s, Alianza Jaguar A. C. y la Bodega Teatro.
Al seguir avanzando, las casas de San Pancho llaman la atención. Unas con palapas en la segunda planta, y otras con fachadas pintadas con motivos mexicanos, son fáciles de identificar. Algunas tienen letreros que retan al tiempo. Una de ellas reza: “Casa mañana mañana”.
Calles que invitan a recorrerlas
Las calles que cruzan transversalmente a la avenida principal, también invitan a recorrerlas y por doquier que se pose la vista se encuentran sorpresas. Los parques llaman la atención por su exuberante vegetación. Su cancha de futbol bien empastada se confunde un poco con el Campo de Polo, algo que le da otro estatus a este otrora pueblo de agricultores.
Y es que el campo de polo “La Patrona” marca precisamente el ritmo del cambio del pueblo, pues es evidente que el turismo extranjero poco a poco se va posesionando de esos espacios. La Universidad del Tercer Mundo, precisamente, ya es una instalación para norteamericanos. Y el lugar donde estaba una biblioteca del Centro del Tercer Mundo es hoy un negocio de bienes raíces.
La plaza que da a la playa, donde está la escultura del Santo Patrono del pueblo, sigue siendo un remanso de tranquilidad, con sus añejos árboles, sus palmeras y sus jardineras. Unos pasos adelante está la playa, de gran extensión y muy limpia.
Sus boutiques, sus pequeños cafés, restaurantes, bares y fonditas de comida casera, dan un aire muy peculiar a un pueblo que se enorgullece de serlo.
GALERÍA: / Fotos: Rodolfo Preciado