Por Claudio Altieri
Desde hace ya algunos años que la experiencia gastronómica viene siendo parte fundamental dentro de la planificación de un viaje para un grupo en particular. Se trata de los “foodies”, aquellos fanáticos de todo lo que gira en torno a la comida y la bebida, y que hacen de los sabores y olores sus principales guías turísticos.
¿Pero quiénes son realmente estos amantes del “buen vivir”? Se les dice “foodies” a aquellos que disfrutan de esta afición más como un estilo de vida que como un pasatiempo. Invierten la mayoría de su tiempo en recorrer y conocer los destinos cuyo vínculo con la comida es indiscutible. Visitan restaurantes, bares y pubs con la finalidad de conectar sus sentidos con los sabores locales y así fundirse con la cultura del lugar.
Hace unos días conversando con Alejandra Medina, Travel Manager de la agencia de viajes chilena Turismo Universal, coincidíamos en que el comer ya no se percibe sólo como una necesidad, sino como experiencia lúdica y sumamente estimulante. En ese sentido, la gastronomía se ha vuelta una nueva y poderosa motivación para viajar, me comentaba.
La agencia viene desarrollando productos de nicho esta última década, y en la región, los foodies son uno importante. Ello les ha permitido desarrollar rutas de interés con la colaboración de especialistas que actúan como facilitadores de la experiencia eno-gastronómica y que aportan a la experiencia de viaje un alto valor agregado. Dentro de las actividades culinarias que más le llama la atención a este grupo de viajeros destacan las rutas gastronómicas, las clases de cocina, las degustaciones y catas de vino, las visitas a mercados locales, así como asistir a festivales de comida.
Francisco Mandiola, dueño y chef del Restaurant Europeo en Santiago, forma parte de este nicho de viajeros. Consultado sobre qué es lo que busca a la hora de planificar un viaje foodie, me confesaba que foguearse sobre el universo gastronómico del país de destino es indispensable. Los datos en aplicaciones especializadas para este tipo de viajeros, blogs de gastronomía y redes sociales son referentes para él en esta búsqueda de sabores. Aunque las recomendaciones son siempre bienvenidas.
En su rol de anfitrión gastronómico, Mandiola me comentaba que está iniciando una nueva era en su restaurant. En ese impulso por conquistar a nuevos públicos, el turismo foodie es un nicho importante, y para ello ha volcado las experiencias vividas en sus viajes en una nueva carta y renovada ambientación. Es decir, este tipo de turismo está llamado a, por qué no, dar forma a los restaurantes del mañana en base a las vivencias de quienes conforman la industria gastronómica.
De Latinoamérica a su mesa
Desde las viñas de Chile y Argentina, hasta los restaurantes de Perú y México, pasando por platos y copas de otros países de la región, Latinoamérica tiene recursos para explotar el turismo gastronómico que demandan los exigentes paladares foodies.
Por ejemplo, en Chile, el enoturismo es una actividad que viene creciendo sostenidamente estos últimos años. Un total de 600 mil visitantes chilenos y extranjeros llegaron el año 2015 a alguna de las 78 viñas abiertas al turismo que existen en Chile, lo que representa un crecimiento del 10% respecto de 2014. La meta de Enoturismo Chile es tener 3 millones de visitantes a las viñas en 2022.
Por su parte, Perú goza de fama mundial por su gastronomía e identidad culinaria. En el 2013 fue elegida la capital gastronómica de América Latina y la lista de los «50 mejores restaurantes de Latinoamérica del 2016», la lidera el establecimiento “Central”, de Lima.
México, en tanto, destaca por su gastronomía de calidad mundial que le ha permitido valerse de un nombre propio gracias a la diversidad que ofrece su cocina, impulsada por el multiculturalismo que ofrece. También cuenta con tres restaurantes entre los primeros 10 en la lista «50 mejores restaurantes de Latinoamérica del 2016», con Pujol, Quintonil y Biko.
Según me comentaba Alejandra, los foodies suelen tener una edad moderadamente alta. El 60% tiene entre 36 y 55 años. Pero no hay que engañarse. Los Millennials se están interesando cada vez más en el turismo gastronómico. Sin embargo, exigen otro tipo de productos y servicios que sin duda irán moldeando el futuro de este tipo de turismo, algo que las agencias deberán comenzar a considerar si quieren ir de la mano con las nuevas tendencias.
En relación a ese punto, las agencias también deben brindar una diferenciación con respecto a lo que los grandes motores de búsqueda ofrecen hoy en día a la hora de planificar un viaje foodie. Junto a la creciente demanda de este tipo de turismo, también ha crecido explosivamente la sobreinformación en internet al respecto. La clave para las agencias está en entregar una propuesta a medida, que permita descubrir la cultura y tradición de un pueblo a través de los sentidos.
* Claudio Altieri, New Business and Operations, Director LATAM