Carlos M. Medina / BARCELONA, ESPAÑA.- La ciudad española de Barcelona es una de los destinos turísticos más visitados de Europa, y cada verano sus habitantes se enfrentan a la invasión del turismo de masas. En medio de ese torbellino humano, un establecimiento gastronómico histórico ubicado en el céntrico distrito del Ensanche, conocido como Queviures Múrria, decidió tomar medidas drásticas para combatir el problema.
Mediante un cartel colgado en su puerta principal, esta tienda de alimentación anuncia que a partir de ahora cobrará una tarifa de cinco euros a a aquellos turistas que sólo entren para husmear o tomar fotografías. Esta decisión causó un fuerte debate en las redes, pero ha sido también apoyada por parte de los vecinos del distrito y de los comercios vecinos.
La idea detrás de la controvertida medida surge de la frustración acumulada durante años. Según declaró el director del negocio, Antonio Merino, el flujo constante de turistas interfería en las actividades diarias de la tienda, perturbando tanto a los empleados como a los propios clientes.
Merino afirmó que en tan solo una hora, durante un miércoles cualquiera, contaron hasta 25 turistas que ingresaron al local sin siquiera saludar. Estos visitantes, en su afán de no perderse ningún detalle de la Ciudad Condal durante su estancia, entran a la tienda guiados por su inapelable estética modernista y repiten insistentemente la frase «I’m only looking» (solo estoy mirando), causando molestias al personal.
El cartel, redactado en inglés para asegurar su comprensión universal, ha logrado cumplir su objetivo disuasorio. A pesar de que no se ha cobrado la tarifa a ningún turista hasta el momento (ni desde la tienda creen que lo vayan a hacer), el simple hecho de su presencia ha logrado cambiar el comportamiento de los visitantes. Aquellos que ahora se aventuran a ingresar al establecimiento al menos se sienten obligados a realizar una compra, evitando así el pago adicional.
Queviures Múrria, una tienda de estética modernista situada en la confluencia de las calles Roger de Llúria y València, es considerada un verdadero tesoro en la ciudad. Fundada en 1898, este año celebra su 125 aniversario, lo que la convierte en un atractivo turístico de renombre. En su página web, resaltan su ubicación privilegiada, cercana a lugares emblemáticos como el edificio La Pedrera o la plaza de Cataluña.