Doce voluntarios participaron en el acto, en memoria de la lección de humildad que dio Jesucristo a sus apóstoles
Por Norma A. Hernández / BAHÍA DE BANDERAS.- Como una práctica de caridad y servicio a los demás, se realizó ayer en la parroquia de Nuestra Señora Reina de la Paz de Bucerías, la tradicional misa de Jueves Santo para recordar el acto en que Jesús lavó los pies a sus 12 apóstoles tras la Última Cena.
Fue el párroco José María Chávez quien representó el momento en que Cristo lavó los pies a sus discípulos – que en esta ocasión fueron representados por jóvenes y adultos de la región- como un testimonio de servicio a los demás, según el Evangelio de San Juan.
Con esta celebración se recuerda, además, la ocasión en que Jesús instauró la misa, el sacerdocio y dio el mandato de amarse los unos a los otros.
Luego de la representación del Lavatorio de Pies, se realizó la institución de la eucaristía, el sacramento del cuerpo y la sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino. “Cristo tuvo la última cena con sus apóstoles y por el gran amor que nos tiene se quedó con nosotros en la eucaristía, para guiarnos en el camino de la salvación”, señaló el padre.
Abundó que Jesús en este pasaje del Evangelio nos enseña a servir con humildad y de corazón a los demás. Este es el mejor camino para seguir a Jesús y para demostrarle nuestra fe en él. Recordar que esta no es la única vez que Jesús nos habla acerca del servicio, debemos procurar esta virtud para nuestra vida de todos los días. Vivir como servidores unos de otros.
En México, los obispos, han establecido que el Jueves Santo sea el día de la caridad. El objetivo de esto no es llevar a cabo una colecta para los pobres, sino más bien el impulso de seguir el ejemplo de Jesús que compartió todo su ser.
Además, el tema central del triduo pascual es el amor. El Jueves Santo se manifiesta en los gestos y palabras que lleva a cabo Jesús en la entrañable cena.
De tal manera que la ceremonia del Lavatorio de Pies que recuerdan los católicos alude hoy al gesto de Jesús, cuando durante la Última Cena, antes de su muerte, se despoja de sus vestiduras y se pone a lavar los pies de los discípulos que lo acompañan.
El evangelio según San Juan, en el Nuevo Testamento, segunda etapa de la biblia, explica el simbolismo de esta escena en que “Dios sigue dándose y sirviendo, sigue haciéndose esclavo de los hombres, para poder ser amigo de los hombres”.
