Por Norma A. Hernández / PUERTO VALLARTA, JALISCO.- Puerto Vallarta sabe brillar incluso bajo la lluvia. La noche del jueves 16 de octubre, mientras el cielo descargaba una tormenta tropical sobre la ciudad, en La Tosca Trattoria da Gaetano se encendían los fogones para celebrar El legado de lo auténtico en el marco de Nayarit Vallarta Gastronómica 2025.
Cuatro chefs decidieron homenajear lo auténtico, no como concepto, sino como promesa cumplida en cada plato.

El anfitrión, chef Gaetano Simonetti, abrió las puertas de su trattoria La Tosca para recibir a tres cocineros de personalidad intensa y raíces firmes:
- Esteban Lluís, del restaurante Damiana en Valle de Guadalupe, ostentando una estrella Michelin.
- Memo Wulff, estandarte del sabor vallartense desde Barrio Bistro.
- Majo Preciado, embajadora de los sabores dulces con carácter desde Perbacco.

El maridaje fue otro protagonista silencioso, dirigido por el sommelier Oliver Castillo (The Wine Wave), acompañado por el equipo de BEVA Club —Memo Trejo, Anna Paoula y Dennis Zarzoza— quienes con vinos y cócteles honraron cada origen con respeto absoluto.

El viaje por el sabor: 5 actos para aplaudir de pie
Primer tiempo: Abulón silvestre con acentos del mar y el desierto
El chef Esteban Lluís abrió la experiencia con Abulón silvestre en beurre blanc, coronado con ikura y chermoula de chile güero sobre salicornia. Un plato que sabía a océano y desierto en equilibrio, maridado con Vale dos Santos, Loureiro, servido por Castillo.

Segundo tiempo: Italia y el Pacífico en un abrazo en La Tosca
Gaetano sirvió su orgullo: Lumacone relleno de jaiba y queso añejo, bañado en una crema de langosta y azafrán, con algas de mar como guiño a Vallarta. Lo acompañó un vino blanco Fior d’Arancio DOCG de Venecia. Precisamente como debe ser la pasta: sincera, intensa, sin pedir permiso.


Tercer tiempo: barro, humo y memoria
Pescado al barro por Memo Wulff fue quizás el momento más auténtico. Pesca del día cocida en costra de barro, escoltada por lechugas al grill, puré de camote con huitlacoche y una salsa de capulín con epazote.


Cuarto tiempo: carne con carácter
Lluís regresó a escena con un rib eye añejado, servido sobre puré de raíz de apio, porcini, bordslesa y trufa negra. Un plato para hablar en voz baja. El maridaje: vino tinto Diodoro de Ribera del Duero.


Quinto tiempo: el final cantó en cacao
Majo Preciado cerró con una sinfonía de fruta y cacao: chocolate, uvalama (agüilote), mango, pera, mascarpone, maíz tostado y astilla de manzano. Más que un postre, un poema, como el que escribió -precisamente- en pequeños pergaminos en los que explicaba a detalle su origen: “Más que una receta, es una manera de decir ‘gracias’. Por estar, por sentir, por conectar”, cerrando con el eslogan de NVG 2025: “Conectando mentes, conectando almas”- Este “broche” líquido llegó con un cóctel de tequila Cazcabel by BEVA Club.


Esa noche la lluvia no fue obstáculo; fue telón. Dentro de La Tosca, cada plato fue una declaración, cada copa un aplauso, cada gesto un pacto silencioso con el origen.
El legado de lo auténtico no quedó en la mesa. Se fue en la memoria de quienes estuvieron ahí —y en la certeza de que el restaurante La Tosca sabe celebrar y cocinar con alma.