En Casa Cayaco Restaurante, el tapeo adquirió otra dimensión. La visita del chef Alexis García —recientemente galardonado como Mejor Maestro Artesano Pastelero de España 2024—, junto a la experiencia y profesionalismo del chef Arquímides Colmenares, se tradujo en una cena cuidadosamente estructurada, en la que el sabor, la técnica y el respeto al producto fueron los protagonistas.

El menú arrancó con un aperitivo que marcó el tono de la velada: Sandía a la brasa, queso majorero y elote tostado. Una combinación que apostó por el contraste entre la dulzura de la fruta, el carácter del queso canario y el sabor terroso del maíz, bien equilibrado.

Un menú con firma canaria en Casa Cayaco
En el primer tiempo, una Ensaladilla con melva de tunido ofreció una entrada fría precisa y honesta. La melva, poco común en estas latitudes, aportó intensidad marina sin excesos, y se integró con la untuosidad clásica de esta preparación española.
El Escaldón canario —segundo tiempo— se presentó con una base de pescado y un mojo de cilantro que aportó frescura y acidez. Un plato tradicional, reinterpretado con delicadeza, que no perdió identidad ni profundidad.


El tercer tiempo elevó el tono con un Mollete de birria y queso ahumado de Tenerife. Un encuentro entre culturas: la cocción lenta y especiada de la birria mexicana, fundida con la nota ahumada del lácteo isleño, resultó en un bocado directo y lleno de intención.
Luego llegaron los Garbanzos fritos con pulpo picante. Un cuarto tiempo vibrante, donde la textura crujiente y la proteína del mar se encontraron sin artificios. El toque picante no opacó, sino que avivó cada elemento.


Para cerrar, una Tarta de queso canario: textura impecable, sabor profundo. Un final sobrio y técnico, sin excesos dulces, como debe ser.

La experiencia se acompañó con una cuidada propuesta de mixología a cargo de Mario Mendoza, de BEVA Bar Gastro Academy. Entre los cocteles, destacó el “Verano Pin”, con tequila, milk punch de guanábana y eureka, así como el “Marzilla”, con crema de raicilla, especias y piloncillo, de espíritu cálido y rústico.

En la parte enológica, el sumiller invitado Antonio Mora presentó etiquetas que transitaron de España a México pasando por Chile y Argentina. Los vinos, bien seleccionados, dialogaron con cada tiempo sin protagonismo excesivo.

Más allá del menú, la velada fue una muestra de dominio técnico, sensibilidad culinaria y hospitalidad. Alexis García no solo cocinó; compartió. Habló de su tierra, de sus influencias y de la intención detrás de cada plato.
Casa Cayaco Restaurante, por su parte, refrendó su vocación como espacio para la alta cocina sin pretensiones: el lugar donde ocurren encuentros gastronómicos que valen la pena ser contados.